O Roxal’s Textile Mill
El ferrolano Juan Veiga López se había dedicado desde París a la exportación de géneros de algodón a Cuba, donde su hermano y socio Tomás tenía instalada casa comercial. Ante la buena coyuntura de los negocios en su país natal decide volver para “cambiar su condición de comerciante en Francia por la de fabricante en Galicia”, confiando en que su buen conocimiento del negocio, la mayor baratura de los salarios gallegos y la menor cuantía de los derechos a pagar en Cuba por las mercaderías fabricadas en España, le permitirían competir ventajosamente en el mercado cubano con productos franceses similares a los suyos.
Tras desechar otras opciones, Coruña es la localización de su primera fábrica de hilado y tejido, que a partir de 1840 elabora cobertores y mantas de algodón con métodos mecánicos traídos de Francia, al igual que los primeros diez operarios especializados en ellos.
La buena acogida de sus productos en el mercado cubano le anima a instalar una segunda fábrica en un emplazamiento con excelentes condiciones para el empleo de la energía hidráulica, El Rojal, en la margen derecha del río Belelle, conocido también como río de Neda, localización inicialmente desestimada por la falta de habilitación del cercano puerto de Ferrol para la exportación.
En 1843 se pone en funcionamiento la fábrica de tejidos de El Rojal, ubicada en el lugar del mismo nombre de la parroquia de San Pedro de Anca, del término municipal de Neda. Su funcionamiento es muy deficiente, lo que obliga a retrasar el comienzo de la fabricación. Por otra parte, la empresa “Aguirrebengoa, Fils et Uribarren” de los suministradores franceses reclama el pago de las deudas y acaba por forzar a finales del mes de diciembre de ese mismo año la firma de un convenio para la amortización de lo adeudado que en la práctica expulsa a Veiga del mercado de La Habana, donde se estaba convirtiendo en un molesto competidor.
El 1 de julio de 1844 los hermanos Tomás y Juan Veiga López constituyen en Ferrol compañía regular colectiva del establecimiento fabril de algodón, lino y lana que tienen establecido en San Pedro de Anca con el título de “La Iniciativa Fabril”.
Como consecuencia de las limitaciones que imponía el convenio suscrito con los franceses, Veiga traslada la mayor parte del personal de la fábrica coruñesa a la de El Rojal, quedando aquélla prácticamente paralizada a la vez que diversifica la producción de ésta para confeccionar también tejidos de lino, incrementando la utilización de su capacidad productiva.
En abril de 1847, ante la necesidad de capital creada por el abandono de su hermano Tomás, Juan Veiga constituye con un grupo de negociantes madrileños la sociedad “Pablo Collado y Cía.”, que adquiere la fábrica de tejidos del Rojal con objeto de fabricar y vender telas de lino y algodón.
En ese mismo año de 1847 la fábrica empieza a funcionar con maquinaria inglesa, logrando importantes progresos y labrándose un amplio prestigio, obteniendo la medalla de oro en la exposición de Madrid de 1850 y siendo destacada en la Exposición Universal de Londres de 1851.
Esta moderna fábrica empleaba una máquina de vapor para accionar diez máquinas de urdir y proporcionar calor a los talleres de tintorería y secado, mientras que una gran rueda hidráulica de hierro colado (“de fuerza de 50 a 60 caballos”) proporcionaba movimiento al resto de la maquinaria fabril. En 1850 contaba con ciento siete telares y tres máquinas de devanar, con ciento veinte husos, y una máquina de torcer, trabajando en ella ochenta y cinco operarios.
Desincentivada la manufactura de hilados desde el arancel de 1841, que favorecía su importación de regiones europeas que los producían ya mecánicamente y a bajo coste, las hilazas para la elaboración de los tejidos se importaban directamente de Escocia, mientras que la gama de productos fabricados se dividía en dos grandes grupos: Por una parte, bienes de consumo típicos, como driles (telas fuertes de lino o algodón crudo) para pantalones, cutíes (tejidos de gran densidad) para colchones, mantelerías, toallas, plugasteles (tela ordinaria, mezcla de lino y algodón) y otros tejidos de lino, destinados principalmente a los mercados de Galicia y de las dos Castillas, y en menor medida de Andalucía, Valencia y Cataluña. Por la otra, lonas (tela recia e impermeable) para barcos y otros textiles para velas y demás elementos de la industria naval.
El intento de relanzar la Marina de Guerra en los últimos años de la década de 1840 por parte del gabinete Narváez, promoviendo las construcciones navales militares en los arsenales del Estado, significaba para los especuladores las grandes posibilidades de negocio de las contratas de suministros para la Armada. Una fábrica cercana a Ferrol podía suponer una renta de situación muy ventajosa para realizar jugosos negocios.
El establecimiento en 1849 de un arancel que elevaba los derechos de los hilados y reducía el de los tejidos, en un intento de favorecer la hilatura del lino en España, supone un duro golpe a los intereses de la fábrica del Rojal, golpe al que se suma al año siguiente el rechazo del Ministerio de Marina a las ofertas de “Pablo Collado y Cía.” de suministrar a precios inferiores a los vigentes, por lo que continúa abasteciéndose en Cartagena. A mediados de 1851 la empresa entra en crisis y suspende la elaboración en la fábrica.
En mayo de 1852 la mercantil gallega “Braña, Abella y Cía.” adquiere la fábrica del Rojal a los liquidadores de la antigua empresa. Esta nueva sociedad amplía la fábrica e introduce a comienzos de 1853 la hilatura del lino, dando empleo a unas doscientas personas, la mayoría mujeres.
La suspensión de pagos de la compañía propietaria en el marco de la crisis de los años 1853-1855 inicia el fin del más importante establecimiento textil gallego de la época, aunque el acuerdo alcanzado en 1854 con los acreedores va a permitir que la fábrica funcione algunos años más en manos de la casa de comercio ferrolana “Fernández Hnos.”, hasta finalmente acabar en manos de uno de los acreedores de la compañía, el comerciante guipuzcoano José María Arcelus Zabalos, quien llevó a cabo en 1874 un último intento de levantar aquella vieja fábrica que había llegado a conocerse como “Fábrica de Tejidos del Pazo de Isabel II”.
En el verano del año 1888 la finca vuelve a los herederos de los hermanos Veiga, quienes siete años después deciden venderla a Pedro Fernández Castrillón. Ya mediado el año 1921, tras haber pasado por diferentes propietarios, la finca es adquirida por el industrial coruñés Nicolás Manuel Lage Lodos.
En octubre de 1977 el comerciante coruñés Arturo Salgado Gómez adquiere la propiedad, para en julio del año 2003 vender “el lugar acasarado denominado Isabel Segunda” al industrial lugués Jesús Varela Villamor, quien efectúa donación inmediata, por mitad y proindiviso, a favor de sus hijas Mariluz y María Jesús Varela Torneiro.
Muerto no ha mucho Joaquín, el guardés que de las instalaciones se cuidaba, el abandono y la incultura favorecen la actuación de algunos desaprensivos, que aprovechándose de la soledad estropean la propiedad y roban elementos patrimoniales de fácil transporte, e incluso las estatuas que en los jardines vieron pasar los años.
El Ayuntamiento de Neda estudia actualmente las posibilidades de adquisición de las propiedades de la vieja fábrica de tejidos, analizando igualmente las diferentes opciones de reutilización que facilitasen su recuperación y conservación para disfrute de la ciudadanía.
De la anotación efectuada en abril de 1867 recogida por Mario Valdivieso (2005) de “la fábrica del Rojal, denominada de Isabel Segunda, sita en la parroquia de San Andrés de Viladonelle, anejo de San Pedro de Anca”, cuyo perímetro ocupa “74 ferrados de terreno, o sean, 3 hectáreas, 75 áreas y 94 centiáreas” (37.594 m2) en el que se hallan construidos “los edificios de la fábrica, el cauce, andén, prados, jardines, huertas y parrales”, se recrea resumida la descripción de la instalación fabril en los siguientes párrafos.
El acceso a la propiedad, “cerrada de muralla de mampostería y pizarra recebada en cal”, se compone de una portada principal, formada de dos arcos paralelos cubiertos por un gabinete o estancia de revoco, con tres ventanas al exterior y otras tres mirando hacia la finca. A la izquierda del portal de entrada se encuentra la capilla erigida a San Juan Bautista, “con su altar, ara y la imagen del santo dibujada y pintada al óleo en correspondiente cuadro”. A la derecha del portal se ubica la casa habitación del guardador, con seis ventanas abiertas al exterior y otras seis que miran a la finca “y un gallinero con puerta rejada de alambre”.
Traspasado el portal se accede a los terrenos de la fábrica, dividido en cuadros, cerrados de murallas de distintas alturas cubiertas con albardillas de cantería. Hay carreras espaciosas, algunos enverjados, varios asientos de cantería, una alameda chica en la entrada interior de la fábrica con árboles de sombra y recreo. Tiene igualmente canaletas para riego con varios depósitos que reciben el agua “de otro mayor colocado sobre el techo del segundo salón de la fábrica, cuyo depósito toma la expuesta agua del río por medio de una bomba que mueve la maquinaria y la suelta por una manguera cuando es conveniente para el riego de los terrenos”. La fuente, al este de la casa principal, está encañada “con alcetines de barro” y tiene un pilón y adorno de hierro fundido. Indica el escribano que “el agua es buena” y que “una escalinata de cantería para bajar al río y su portada de la misma piedra, se halla por concluir”.
En la propiedad se encuentran también “dos grandes glorietas, cuyo armazón y de los parrales es de pino de Holanda y los puntales sobre pilastras de cantería en las que también hay cuatro estatuas de hierro fundido de tamaño regular”. Contiene además el propio terreno “árboles frutales, esparraguera, fresales y flores de muchas clases”.
A la izquierda de la carrera de entrada se localiza el edificio principal, que forma una ele cuya rama de poniente, que contiene los edificios de la fábrica, se prolonga hasta el mismo río Belelle.
Esta casa principal “con todas las oficinas de que se compone” está construida con paredes de piedra de mampostería y pizarra, esquinas de cantería y las luces con vidrieras de castaño, al igual que las vigas, mientras que la cubierta está realizada con teja y pino del país. Los pisos de los dos cuerpos altos están construidos con tablazón de pino de Holanda, y de la misma madera son las vigas y cuartones. Tiene al levante y sur (¿?) dos galerías en toda la extensión de ambos lados que en su totalidad son de madera de pino de Holanda con sus correspondientes cristales en los bastidores y en cada una de las mismas galerías hay una pieza común.
El edificio comprende en el cuerpo bajo una espaciosa cocina de cantería, un comedor con chimenea y despensa, una habitación en la que se halla un baño todo de piedra y dos cuartos para dormitorio de los criados. En el interior del ángulo recto que forma esta casa, por la parte interior al patio y huerta, se halla la puerta principal de entrada con zaguán baldosado de pizarra y desde ésta se eleva la escalera para el alto. De esta puerta principal se entra por el comedor y más oficinas del bajo, y se puede desde aquí acceder al primer salón de la fábrica a través de la comunicación por la que se hallan unidos.
Los edificios donde se halla colocada la rueda hidráulica, así como los telares y toda la demás maquinaria, están construidos, al igual que la casa principal, de piedra de mampostería y pizarra, con esquinas de cantería; las luces disponen vidrieras enmarcadas de castaño, madera de la que están también hechas las vigas, siendo la cubierta de pino y teja del país.
En uno de los edificios hay un salón con varias divisiones que forman diferentes departamentos, incluso el de la fragua y escritorio y un piso bajo para depósito de hilazas. Los tres edificios señalados, son de un solo cuerpo bajo, y uno consta de alto y bajo en que hay una cocina que sirve para los dependientes de la fábrica. Las paredes, divisiones y techos son del propio material que los anteriores y “tiene una pequeña galería en su frente con puerta”.
En la parte de poniente había cuatro almacenes de sirven para depósito de repuesto de mampostería y otros efectos. Tienen sus paredes construidas de pizarra y los techos construidos a teja vana.
Se contaba con cinco tinglados “sobre puntales y cuartones de pino de Holanda”, apoyados en paredes y edificios de la fábrica y cubiertos de teja del país.
Al norte del edificio principal se encuentra una casa de alto y bajo “conocida como del labrador”, que tiene en el bajo un cuarto y otro en el alto, “sin más obramiento interior”. El cuerpo bajo está baldosado de pizarra, las maderas son de pino de Holanda y las paredes iguales a las de los demás edificios.
Había también tres edificios de un cuerpo bajo que servían para cuadras de ganados, un palomar y un hórreo o depósito para recoger y secar el maíz; éste último “construido de nuevo sobre paredillas de pizarra batida en cal, de cantería y su armazón de pino de Holanda, cubierto con teja”.
La finca disponía asimismo de un cierre de cristales con puertas y bastidores para invernáculo de plantas y flores, con una porción de tarros o tiestos de barro y cajones sobre asientos de madera, además de una pajarera y del edificio “de los comunes para el servicio de la fábrica” y la casita de madera del portero.
El dique o presa para desviar las aguas del río Belelle hacia el canal que las conduce a la rueda hidráulica se halla construido en toda su extensión de cantería y mampostería batida en cal con zampeados de madera.
El canal o cauce de alimentación, incluso el muro de sostenimiento a su izquierda, está construido en roca viva en todo su ancho, y cuenta con un andén paralelo a dicho canal. Se dispusieron rellenos y parapetos de la obra, un paredón de mampostería que hace estribo por la orilla del río, compuertas de hierro para dar entrada al agua y ladrones para darle salida.
El socaz o basa de la gran rueda hidráulica es todo de cantería “trabajado con la mayor solidez y buena trabazón” y desde él se devolvían las aguas al río. Los piñones de transmisión de movimiento iban montados en cantería, con un árbol vertical de transmisión y el horizontal “de hierro torneado en una extensión de setenta varas” (58.80 m). E indica el texto que “con todo lo más accesorio que se halla en los salones de la maquinaria es obra de mérito y de mucha solidez”.
Por la configuración que puede verse del alojamiento de la rueda hidráulica, ésta sería de las de tipo vertical con cangilones, alimentados por el agua vertida por el caz a la altura del eje de rotación (breastshot waterwheel). A falta de precisarlo con las medidas oportunas, el diámetro de la rueda debería de medir cerca de cinco metros.
La maquinaria principal de que se disponía, colocada en los salones, se componía de ciento siete telares de movimiento para tejidos de lino, liso y labrado, de hierro; tres máquinas de canillas; tres máquinas de bolinas; seis máquinas engomaderas con ventiladores y demás accesorios; una calandra mayor para planchar lonas, con cilindros de papel (¿?); una calandra más chica con los cilindros de madera; dos telares de madera de marco para tejidos; una urdidera de madera y una máquina de hierro para torcer hilo.
En el texto de referencia se alude también a la existencia de “un gasómetro con sus hornillos y más efectos correspondientes a la fábrica de gas”, sin que hasta el momento se hallan podido determinar otros detalles para su localización en la fábrica aunque “desde 1854 se estableció en ella el alumbrado de gas”.
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