El abandono del patrimonio
En 1785 Santiago Beaujardin, vicecónsul de Francia en la villa de Ferrol, emprendía la construcción de una fábrica de harinas en las Aceñas del Ponto, en el estero del río Freixeiro. Su compatriota y socio, Juan Lembeye, comisionado de abastecimiento de los Reales Arsenales y director de la Real Compañía Marítima, quedaba en 1796 como único propietario. Con sus tres molinos y una capacidad de molienda de más de mil toneladas al año, molía grano llegado de Filadelfia, Bayona, Burdeos, Londres, Ámsterdam, Hamburgo y San Petersburgo, atendiendo a la fuerte demanda de una población en incesante crecimiento y enviando harinas a La Habana. En 1860 se vendieron los molinos a Nicolás Fernández y José Rodríguez, que aprovecharon la recuperación de la molinería en la comarca en un nuevo apogeo de la construcción naval ferrolana. Este molino de mareas, el mayor de los nueve que se conservan en Galicia, cerró sus puertas mediada la década de 1960, y hoy, lamentablemente abandonado, camina hacia su ruina.
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